Esta afirmación por parte de la farmacéutica se produce en el marco de un proceso judicial del Tribunal Supremo inglés, que tiene abierta una demanda colectiva abierta en la que 51 casos de víctimas y familiares reclaman a AstraZeneca hasta 100 millones de libras por daños y prejuicios por los efectos secundarios de la vacuna.
Uno de los efectos es el síndrome de trombosis con trombocitopenia, que es un coágulo en los vasos sanguíneos del cerebro, piernas o en otra parte del cuerpo.
AstraZeneca rechaza ahora las afirmaciones que recogen las denuncias pero acepta, sin embargo, que sus dosis «pueden, en casos muy raros, causar trombosis». Precisamente los abogados de los denunciantes argumentan que la vacuna, desarrollada junto con la Universidad de Oxford, «ha tenido un efecto devastado a un pequeño número de familias».
Uno de los primeros casos en judicializarse fue el de Jaime Scott, quien ha quedado con una lesión cerebral permanente tras sufrir un coágulo y una hemorragia en el cerebro que le impidió trabajar después de recibir la vacuna de AstraZeneca en abril de 2021.
En mayo de 2023, AstraZeneca, también mediante respuesta judicial, contestó que no aceptaba la tesis de que el caso de Scott hubiera sido causado por su vacuna.